PERDER LOS PAPELES

Una de las tareas que cualquier dirigente político tiene entre manos, mucho más cuando tiene la responsabilidad de una Alcaldía, es la de promover la paz, la tranquilidad, la convivencia exenta de conflicto. Para ello, obviamente, se requiere sosiego personal, madurez, capacidad de control. Más cuando los tiempos, como ocurre ahora, son difíciles. Entonces, el liderazgo democrático que  corresponde a quien rige un Ayuntamiento es más necesario que nunca.

Choca, por tanto, este permanente desafío de que hace gala Toscano frente a los trabajadores y trabajadoras, frente a la oposición política, frente a la ciudadanía que no comulga con sus desastrosas políticas, ni acepta sin alzar la voz las consecuencias de las mismas.

Basta una palabra en el Pleno y ya amenaza con el desalojo. En estos dos años de alcaldía del PP han sido desalojados del salón de plenos más personas que en toda la historia anterior del Consistorio. Por cierto, entre 2007 y 2011 NADIE fue nunca desalojado por llevar su protesta al Ayuntamiento, mucho menos amenazado con denuncias por supuestos delitos. ¡Ay, ese tic autoritario de esta derecha radical!

Con todo, entre estos comportamientos en blanco y negro, y lo sucedido hace unos días, va un mundo. Discusiones a voces, en la plaza de Andalucía y la calle Nueva, entre el Alcalde y varios trabajadores, amenazas a voz en grito incluidas, no son de recibo.

Haría bien Toscano en entender que los problemas de la gente son muy graves y que eso genera desesperación y deja paso a maneras crispadas. Y haría bien en entender que el conflicto no se combate con el conflicto, que un incendio no se puede apagar con gasolina y que las actitudes chulescas y prepotentes no hacen sino empeorar aún más las cosas. Más mesura y sosiego, más democracia y menos amenaza.

Entre otras, también esta es una forma de evaluar a los dirigentes políticos. Toscano, en democracia como en otras facetas, suspende. Perder los papeles no va sino a empeorar ese resultado.