Por hablar con un lenguaje claro. Este municipio vivía de la construcción, de vender suelo y de los impuestos sobre las urbanizaciones que se hacían. De eso no se duda. Hubo quien consiguió en ese periodo beneficios muy importantes. Más de uno se puso las botas. Como no había problema, como al vender todo el patrimonio y cobrar mucho dinero las arcas (públicas y privadas) estaban llenas, pues todo iba bien.
Ahí se fraguó el primer gran problema de nuestro pueblo. Nadie se preocupó de sembrar alternativas económicas. El empleo municipal fue utilizado para comprar voluntades. Se creaban empleos municipales no por necesidad, sin ninguna estrategia más allá de recordarle al contratado, a la contratada, que luego debía devolver el favor.
Es evidente que un sistema perverso como ese conduce a comportamientos poco éticos. Si ganar a toda costa, para seguir medrando es el objetivo, el camino se torció inevitablemente. Se gobierna para enriquecerse.
De aquellos polvos, vienen estos lodos.
Lo peor es que las consecuencias las pagamos todos. Durante cuatro años trabajamos para corregir ese rumbo. Dio tiempo para lo que dio tiempo. Después la ciudadanía decidió que aquel no le parecía el camino, o lo consideró lento, o valoró otras cosas. Lo cierto es que devolvió el poder a los mismos que habían llevado al desastre. Con una diferencia. Ahora ya no había nada que vender, no había ingresos por la construcción, la cosa estaba complicada. El resultado ya lo vemos día a día. No saben, no contestan, no hacen, no proponen... y las cosas no se arreglan solas.
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