
El Belén que vecinas y vecinos de Corrales, con la participación también de habitantes de otros núcleos aljaraqueños, construye y representa desde hace dos años (éste será el tercero), no solo adquiere valor por la calidad de su resultado, o por la repercusión que va alcanzando (más de quince mil visitantes en 2008), sino, sobre todo, por el modo en que nace, cobra cuerpo y se concreta. Es difícil, en tiempos en que el egoismo se instala en nuestra sociedad, que se desarrollen proyectos comunales, en los que la cooperación, el voluntariado, la capacidad de trabajo, la generosidad, sean los valores dominantes. Buena culpa de todo ello la tiene Javier Gavaldá. Todo proyecto de esta naturaleza necesita un motor que funcione además como eje y aglutinador, y ese papel, Javier lo ha desempeñado (lo desempeña) con inteligencia, con cariño y, a pesar de la relevancia de su papel, con humildad.

Emociona acercarse un sábado o un domingo, del mes de septiembre, de octubre, de noviembre... y comprobar cómo va, desde lo que ya nos ha quedado como estructura permanente, tomando cuerpo, a base de mucho trabajo, todo un poblado palestino. Entre el gesto de esfuerzo y la plasmación de la satisfacción en los rostros de las mujeres y hombres que van, codo a codo, dando forma a la ilusión, transcurren los días, afianzando la sensación de grupo, el espíritu de pertenencia. Y eso es fundamental para hacer pueblo, para cohesionar a nuestra gente, para construir identidad.

Luego está lo que el ojo no ve. Desde los talleres de costura, hasta los ensayos de escenas y diálogos, pasando por ese centro neurálgico que es el taller de José María, lugar de creación y de arte donde los haya.
El próximo día cinco de diciembre, cuando abra sus puertas a quienes se acerquen hasta nuestro municipio, muchas personas admirarán el resultado de ese esfuerzo colectivo. Algunas se quedarán solo con lo aparente, con la belleza del escenario y el buen hacer de quienes representan los diferentes papeles; pero seguro que algunas conseguirán ver más allá y ser conscientes del valor que tiene una iniciativa como ésta, protagonizada por la gente, como un proyecto comunal que reune los valores más importantes que atesora el ser humano, lo que nos ha hecho fuertes como especie, la capacidad de aglutinarnos en torno a la consecución de objetivos con el mejor de los adhesivos: el cariño entre las personas.
Una vez más, mi agradecimiento, la expresión de mi orgullo por pertenecer a este pueblo, y, sobre todo, mi respeto a todas y todos quienes hacéis posible este hermoso ejemplo de arte grupal.