domingo, 22 de marzo de 2009

QUE NO TE CONVIERTAN EN OBJETO DE NEGOCIO, JOVEN

Que la juventud tiene derecho a la diversión (como a la educación, a la cultura, a la vivienda, al trabajo...) nadie lo discute. Que los modelos de diversión de cada generación suelen parecer inapropiados a las anteriores, seguramente tampoco. Eso no significa que siempre los adultos estén equivocados sobre lo erróneo de determinados modos de conducta que se suponen encaminados a la diversión.
La rebeldía inherente a la juventud no la convierte en incapaz de juzgar por si misma el riesgo de determinadas prácticas. Riesgo para la salud, o para la propia integridad, riesgo para la ciudadanía en su conjunto, o riesgo individual o grupal. Puede que sea percibido como un elemento indispensable para la aventura, para huir de la monotonía, pero no debe ser desconocido, ni puede asumirse de manera inconsciente.
Convocar fiestas en lugares no destinados a ello, de manera clandestina, sin autorización y, por ello, lo que es más importante, sin control, sin seguridad, debe significar para una cierta juventud algo excitante, o tal vez sólo divertido, en todo caso, de interés. Hay que acudir porque te lo vas a pasar bien.
¿Es un fenómeno espontáneo?, podemos preguntarnos. ¿Es algo organizado por un grupo de jóvenes que se extiende a modo de invitación? Puede que en algún caso. En otros, con seguridad la mayoría, son concentraciones organizadas, planificadas, difundidas con ayuda de las nuevas tecnologías por personas con pocos escrúpulos -pretendidos empresarios- que sólo buscan sacar dinero a una gente joven confiada que cree estar acudiendo a un evento con garantías. No es así.
Armas blancas, armas de fuego, sustancias estupefacientes de dudoso recorrido, de peligro añadido por la escasa calidad, por el deseo criminal de hacer caja a toda costa.
Con demasiada frecuencia, despertámos los domingos, los lunes, con noticias sobre gente joven muerta o asesinada. Demasiado dolor, un precio excesivo para garantizar el derecho a la diversión (que a veces es supuesta diversión).
Hay que pasarlo bien, por supuesto. Hay muchas formas de pasarlo bien. No necesariamente sesudas, ni serias, pero sí seguras, con el mínimo nivel de riesgo posible.
Es responsabilidad de todos y todas, también de las administraciones. Creo sinceramente que convertir a nuestras ciudades en entornos de ocio seguro, de diversión sin riesgos, de salud, en su más amplia acepción, es lo que nos toca. Sin escatimar medios, poniendo orden, si es preciso. Puede que alguna gente joven hoy no lo entienda. Puede que incluso le cabree. Pero el tiempo pasará, eso está garantizado, y si hemos hecho bien las cosas, estarán escribiendo algo parecido a esto.
Mi agradecimiento a las fuerzas y cuerpos de seguridad. A la Guardia Civil de Aljaraque y, por supuesto, a nuestra Policía Local. Gracias por el trabajo, muchas veces incomprendido, tremendamente importante.

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