
Que la situación es complicada, es una obviedad. Que responder a una crisis internacional profunda, casi diría de paradigma, como ésta, es difícil, también. Incluso lo es decir que la salida a esta coyuntura sólo puede darse desde la colaboración entre las naciones. Lo preocupante es, especialmente en nuestro caso, la repercusión en materia de empleo que está teniendo.
Creo que, más allá de que el modelo que representa el neoliberalismo -con su sacralización del mercado como regulador del progreso y favorecedor del emprendimiento- ha hecho aguas, nos encontramos ante un nuevo escenario, no muy bien dibujado aún, que presenta, sin embargo, algunos trazos claros. El estrepitoso fracaso de las entidades financieras, su escasa visión del riesgo -no sólo achacable al egoismo inmenso de unos cuantos altos ejecutivos, que también-, ha zarandeado dos principios elementales para el funcionamiento de una economía capitalista (como la nuestra, basada en el capital). Por una parte, la propia estructura bancaria, incapaz de hacer frente a las necesidades crediticias de las empresas; por otra, la pérdida subsiguiente de confianza, la retracción de la demanda y, con estos dos factores conjugados, la generación de sobreoferta.
Las clásicas crisis cíclicas descritas por el marxismo de acumulación de stocks por sobreproducción, aparecían bastante más simples, y las resolvía el propio tiempo. Puede que en esta ocasión ocurra lo mismo, pero alerta la rapidez de la caida y su profundidad.
Ese rostro más amargo de la crisis global que se concreta en la persona en desempleo, más aún cuando pasa el tiempo de cobertura por prestación o subsidio y sólo funcionan las redes familiares, el escaso rédito del empleo sumergido o el subempleo, o directamente las herramientas sociales, es la faceta local, tangible de la dura situación que atravesamos.
Para dar respuesta, las administraciones municipales no disponen de mucha capacidad, pero poseen el valor de la cercanía y el conocimiento. Con seguridad, desde un ayuntamiento será difícil solventar la coyuntura mundial (podrá contribuirse, no obstante, a ello, aún en porción microscópica), no obstante pueden hacerse cosas.
Puede reforzarse la protección de las personas, utilizar los fondos municipales para dirigirlos hacia la emergencia, a costa, si se quiere expresar así, de otras actuaciones que, en circunstancias normales, serían no deseables tan sólo, sino exigibles, pero que, en esta situación, adquieren un tinte de menor importancia.
Se debe fomentar el empleo. Soportando, por una parte, la propia plantilla consolidada, cueste lo que cueste en términos de endeudamiento; promoviendo obra pública -no conformándose con la destinada por el Plan Ê del Gobierno Central, o el PROTEJA de la Junta- propia. No a lo loco, sino cubriendo necesidades, pensando en el futuro.
Se debe apostar por nuevos modelos económicos, por facilitar, desde el planeamiento, las infraestructuras de comunicación, el suelo productivo, especialmente el industrial, las nuevas formas de producción de energía sostenible.
Ha de ponerse toda la carne en el asador en materia educativa. Porque saldremos de la coyuntura, se generarán nuevas expectativas y posibilidades y las aprovecharán mejor quienes estén mejor preparados. La educación es un derecho que nos mejora individualmente como personas y nos pone en situación de afrontar soluciones colectivas a problemas generales.
Hay que apoyar a la pequeña y mediana empresa. Facilitarle nuevos espacios, incentivar actuaciones que supongan nuevas oportunidades de negocio, en especial en sectores emergentes y de referencia hacia lo que viene.
Se trata de trabajar, de poner en juego nuestra inteligencia colectiva. Cada cual está comprometido a dar lo mejor de sí mismo. La participación ciudadana, siempre imprescindible, ahora es, además, obligatoria, moralmente obligatoria. Hay que generar ideas, asociarse para ponerlas en práctica, contar con todas y todos.
Puede parecer, ahora, en medio del huracán, que todo es viento. Falso. Luchemos para mantener la nave, minimizar daños, hacer las mejoras que nos permitan salir de la tormenta cuanto antes y prepararnos para los días de luz y calma que después esperan. Saldremos de ésta. ¿Quién lo duda?
2 comentarios:
Hay que apoyar a la pequeña y mediana empresa. la forma de apoyarla es darle todos los trabajos de construccion municipales a Gesa que Vd. controla a traves de su vecina y gerente de Gesa.
No todos los trabajos los hace GESA, pero convendrá conmigo que una iniciativa pública, que revierte su beneficio en la propia comunidad tiene sus ventajas.
Sobre lo del control, aparte de que existe un consejo de administración con presencia de TODAS las fuerzas políticas y aprueba las actuaciones de GESA, sólo soy el Presidente del mismo.
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