Las cifras de desempleo que la EPA del primer trimestre ha puesto encima de la mesa arrojan una primera y evidente conclusión: el PP engañó a la gente y se muestra incapaz, más allá de poner en práctica su contrarreforma, de sacar adelante este país. Sí está consiguiendo parte de lo que quería, cercenar derechos, eliminar o privatizar servicios, defender a los poderosos, aumentar la brecha entre los más pobres y los más ricos... es decir, aplicar el cuerpo ideológico de la derecha (siempre loba para trabajadoras y trabajadores, disfrazada de oveja).
Es fácil, con esta coyuntura, sacar a la luz todas las contradicciones, las mentiras, las miserias de la rancia derecha española del PP. Fácil, conveniente para abrir muchos ojos, pero insuficiente.
Quienes ostentamos cualquier responsabilidad publica tenemos siempre una obligación que, ahora, con lo mal que lo están pasando muchas familias, con los riesgos que tenemos por delante, cobra la dimensión de absolutamente ineludible.
Es cierto que, en la dialéctica política habitual, que podríamos denominar "normalizada", hay una parte de energía que se dedica a la critica (feroz en ocasiones, desmedida las más) de lo que hacen los rivales. Parte de esa dialéctica tiene finalidad de contraste (y debe ser bienvenida), pero el grueso de la confrontación busca captar votos propios y restárselos al contrario. En buena medida, además, es cháchara.
En este instante, ahora, se necesita otro tipo de enfoque. Un plantearse, antes que el clásico "sobre qué critico hoy a mi adversario", un "qué hago hoy por mi gente, por mi tierra". Si, si, ya sé que eso debiera ser lo cotidiano, lo habitual, lo "normal" si se quiere (hasta lo es en algunos ejemplos, pocos).
Se necesita inteligencia, compromiso, honestidad, objetivo, sensibilidad, una cierta dosis de valor (después pediremos también la suerte) para elaborar propuestas coherentes y efectivas y ponerlas en práctica. Desde cada uno de los ámbitos de responsabilidad es posible hacer cosas concretas. Y en esta tesitura esa actitud, que deviene en aditiva, es esencial.
Hay que estar con quienes necesitan el apoyo de lo público, hay que estar con quienes protestan y luchan, justamente, por defender logros y derechos, hay que estar en la calle dando la cara... si, pero sobre todo hay que estar resolviendo problemas. Si de mi acción, de mi iniciativa, depende que una persona encuentre un trabajo, que pueda emprender un proyecto empresarial, que pueda continuar en su casa, que pueda comer (quien nos iba a decir que habría que luchar por esto)... Si de mi acción política desde la administración depende que cualquier, por pequeña que sea su problemática a nuestros ojos colectivos, situación personal o colectiva mejore, ya va siendo tarde para emprenderla. Como a tantos deportistas españoles, a los responsables públicos hay que pedirles ahora un apretar los dientes y un murmurar "¡vamos, vamos, vamos....! No lamento decir que hablo siempre desde la perspectiva de la izquierda.
EL ROTO (TIEMPO HA, LLAMADO OPS)
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