
Hoy se ha procedido a extender en Corrales, a lo largo de unos cincuenta metros previos al semáforo que regula el transito del alumnado hacia el IES "Pérez Mercader", un pavimento especial adherente que garantiza una capacidad de frenado mayor a los vehículos que circulan por la travesía. Es un elemento de seguridad añadido en una zona sensible.
Para garantizar un flujo de alumnado ( y del resto de personas que transitan de un lado a otro de San Andrés) sin riesgo, está previsto, dentro de las obras de remodelación del casco urbano de Corrales a realizar con los fondos estatales -los del Gobierno Zapatero-, la colocación de una valla disuasoria del cruce fuera de la zona habilitada para ello (paso de peatones). Por otro lado, mediante distintas subvenciones de la Junta de Andalucía, se trabaja en la construcción de una pasarela elevada entre las zonas altas de ambos lados de la carretera, y una mejora de la señalización.
La cuestión es que todo esto no debería ser necesario. Quienes pasan por allí son nuestros niños y niñas, y ello debiera bastar para que todos los vehículos circularan a la velocidad indicada y con toda la prudencia que conlleva transitar por una travesía. El alumnado sabe el peligro que supone atravesar la calzada por un lugar inadecuado y habrían de estar (formados) concienciados de la conveniencia de usar el semáforo. No es así. Hay, por tanto, que trabajar en mejorar los elementos de seguridad del entorno. Pero no debemos olvidar el apartado educativo y civilizador. Pongamos las medidas, pero hagámoslas innecesarias. Ese debe ser el objetivo.
Cuando circulemos respetando a los demás, adecuando la velocidad a las características de la vía y los alrededores, cuando nos comportemos civilizadamente, las medidas coercitivas, las sancionadoras, las punitivas, no serán necesarias. Hasta entonces, hay que actuar en todas direcciones, pero sin perder de vista la finalidad principal: que sólo sea necesario apelar a nuestra propia conciencia ciudadana. 

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